Por: Bruni Torres
Las barreras emocionales dentro de la población VIH sigue siendo uno de los mayores retos de los profesionales de la psicología, principalmente porque a pesar de los adelantos en el tratamiento que han convertido el VIH en una condición tratable y crónica, aún existe el estigma. «Yo creo que quizás entre 2008 y 2010 se empieza a coger un poquito más de auge la noción de que un diagnóstico de VIH, lo podemos ver similar a un diagnóstico de una condición crónica como la diabetes. Claro, tiene unas particularidades distintas, pero empieza a tomar auge y para eso era bien importante en términos psicológicos, que no solamente todo el público general lo supiera, sino que también las personas que viven con VIH pudieran entender eso», explicó la experta.
«Era y es bien importante trabajar con estos pacientes y llevarles el mensaje en términos emocionales de que yo no soy diabetes, yo no soy VIH, yo no soy ninguna de esas cosas porque cuando uno siente, cuando uno internaliza ese estigma, cuando uno compra lo que dice la gente, te defines como te definen otros, en vez de definirte por lo que tú eres, por ti mismo. Ninguna enfermedad me define a mí, yo me defino yo misma, entonces ese poder me ayuda a estar saludable», añadió.
Aportación de las campañas de concienciación de VIH
Las campañas de orientación han ayudado a llevar ese mensaje a la población general pero aun falta mucho por hacer porque el paciente de mediados de los 80s, de 2010 y el de 2025 no es el mismo. «A través de esas campañas positivas la sociedad ha ido entendiendo que el VIH es una condición crónica, ya no es una sentencia de muerte, que no tenemos que tener esa carga del estigma, pues también le vamos quitando ese peso a la persona que tiene el diagnóstico, porque ya va pudiendo encontrar más lugares donde se siente bien», sostuvo la también profesora de la Ponce Health Sciencies University.
Aun así, la experta señala que hay mucho por hacer en cuanto a los diagnósticos de depresión y ansiedad que afectan grandemente a esta población. «Sabemos que lo físico afecta a lo mental y todo lo que afecta a lo mental afecta a lo físico, pues eso yo creo que ya está más reconocido y por lo tanto pues tenemos más maneras de abordarlo. Pero aun así sabemos que todavía en 2025 los pacientes que viven con VIH tienen una probabilidad más alta de padecer, de sufrir de algún diagnóstico de depresión o de ansiedad y que eso a su vez tiene un impacto en la calidad de vida y en su salud».
Sobre el perfil del paciente VIH en 2025
«Es una buena pregunta y aunque yo siento que se mantiene bastante igual, quizás una cosa que ha cambiado grandemente, antes en Puerto Rico había y en otros lugares había también casos pediátricos con VIH, y eso es algo que no vemos ya mucho porque la ciencia ha avanzado tanto. Esas maneras de contagio, por ejemplo, que había anteriormente, cuando se daba a luz ya se han logrado erradicar. Y por lo tanto cuando nosotros empezamos en 2010 podíamos atender más casos de niños y ahora verdaderamente ya estamos en adultos. Eso no significa que nunca pase, pero yo diría que eso es un cambio», explicó.
«También ahora tenemos entonces el PREP, que es la Medida de Prevención, y el conocimiento de que mantenerte indetectable implica que tampoco puedes contagiar. Y eso ha sido un cambio bien positivo en términos de orientar a las personas que viven con VIH, que, sí se mantienen indetectables, pues la probabilidad de contagiar, no contagias a tu pareja, y que también entonces existen medicamentos que ayudan a prevenir el contagio. Y yo creo que eso ha ayudado mucho», añadió.
Apoyo emocional al paciente VIH
«Mi recomendación es que se informen sobre la enfermedad, mientras más aprendamos a ver que esto es una condición crónica, como cualquiera otra con la que no nos espantamos, no estamos echando culpa, no tenemos ese estigma asociado, porque la verdad del caso es que todos somos seres humanos y todos tenemos diferentes condiciones de salud. Esta es una condición de salud que hay que trabajar para mantenernos saludables. Esa es mi recomendación, que le quitemos esa carga negativa, ese estigma que tenemos de las razones por las que pensamos que las personas pueden tener VIH, que muchas veces no tenemos ni razón», concluyó la experta.

