En el marco del simposio anual sobre inflamación silenciosa, la neuróloga Dra. Patricia de Jesús presentó un panorama actualizado de la esclerosis múltiple (EM) en Puerto Rico. A pesar de la ubicación geográfica en el trópico —tradicionalmente asociada con menor prevalencia—, el país registra incidencias altas de EM, posiblemente vinculadas a la composición genética europea de la población.
“Entendemos que hay un componente genético importante. La herencia europea, especialmente del norte del continente, aumenta el riesgo de desarrollar la condición”, señaló.
Además, mencionó factores de riesgo bien documentados en la literatura: déficit de vitamina D, obesidad infantil, tabaquismo y exposición previa al virus de Epstein-Barr.
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Retos en el diagnóstico oportuno
La especialista hizo hincapié en la dificultad de detectar la enfermedad en fases iniciales, dado su carácter multifactorial y la similitud de sus síntomas con otras patologías. Entre los principales retos mencionó la identificación temprana en atención primaria y la demora en la autorización de estudios complementarios.
“Muchas veces tardamos demasiado en hacer un MRI, y esa es nuestra herramienta primaria. El acceso rápido a la resonancia es fundamental para confirmar el diagnóstico y descartar otras condiciones como eventos cerebrovasculares”, explicó.
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También resaltó la necesidad de que médicos generales y especialistas no neurólogos se mantengan atentos a signos de alarma: síntomas neurológicos intermitentes, trastornos visuales, episodios de vértigo y fatiga prolongada.
Un aspecto clave abordado fue el hallazgo de estudios recientes que sugieren que la EM puede presentar síntomas prodrómicos hasta 15 años antes del diagnóstico clínico, manifestándose en problemas cognitivos, de memoria o estado de ánimo. Esto abre la discusión sobre la necesidad de protocolos más sensibles para identificar pacientes en riesgo.
Avances terapéuticos y manejo integral
La evolución del arsenal terapéutico fue otro de los ejes centrales de la exposición. “Hoy día contamos con más de veinte tratamientos, frente a solo cinco en el 2010. Este desarrollo ha transformado radicalmente la expectativa de vida y la calidad funcional de los pacientes”, afirmó la neuróloga.
Los nuevos agentes modificadores de la enfermedad permiten estrategias personalizadas según el perfil clínico y la tolerancia del paciente, lo que contribuye a reducir recaídas y a enlentecer la progresión. De Jesús también subrayó la importancia del manejo sintomático integral, abordando fatiga, deterioro cognitivo y sensibilidad al calor, con el fin de mantener la productividad laboral y social.
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Finalmente, insistió en que el futuro del manejo de la EM depende de la educación médica continua, la interconsulta temprana y la incorporación de biomarcadores que optimicen la predicción del riesgo.
“Mientras más rápido podamos diagnosticar y tratar, mayor será el control de la condición a largo plazo”, concluyó.
Con estos aportes, la Dra. de Jesús invitó a los profesionales de la salud a mantenerse actualizados y a fortalecer la detección precoz desde la medicina primaria, reconociendo que los avances farmacológicos solo alcanzan su verdadero impacto si el diagnóstico se realiza a tiempo.