viernes, noviembre 21, 2025

La prueba ANA: una herramienta diagnóstica clave, pero no definitiva en enfermedades autoinmunes

Autoinmunes e inflamatoriasLa prueba ANA: una herramienta diagnóstica clave, pero no definitiva en enfermedades autoinmunes

La interpretación de las pruebas inmunológicas sigue siendo un desafío clínico, incluso para los especialistas. En el caso del ANA test (Anticuerpos Antinucleares), su uso y valor diagnóstico continúan siendo objeto de aclaración entre médicos primarios, reumatólogos y otros especialistas. Esta prueba, utilizada para identificar anticuerpos dirigidos contra componentes del núcleo celular, es esencial en el estudio de enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico. Sin embargo, no es un examen de cribado y su resultado positivo no necesariamente confirma una enfermedad autoinmune.

“La prueba no está hecha para hacer una prueba de cernimiento, está hecha para ayudarnos al diagnóstico, pero no es un screening test, enfatizó la Dra. Michelle Santiago, presidenta de la Asociación de Reumatólogos de Puerto Rico (ARPR).

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Más allá del resultado: interpretación clínica y patrones

El ANA test, realizado preferiblemente mediante inmunofluorescencia indirecta (IFA) sobre células HEp-2, se reporta en diluciones (por ejemplo, 1:40, 1:80 o 1:320). A mayor dilución con resultado positivo, mayor es la carga de autoanticuerpos. No obstante, la Dra. Santiago recuerda que el patrón de fluorescencia es tan importante como el título. Este puede orientar hacia antígenos nucleares específicos y, por ende, a patologías concretas.

  • Patrón homogéneo: común en lupus eritematoso sistémico y lupus inducido por fármacos.
  • Patrón moteado: el más frecuente y menos específico; puede asociarse a falsos positivos.
  • Patrón periférico o de borde: más raro, pero sugerente de síndromes como CREST o esclerodermia.

“El ANA va a detectar la presencia de anticuerpos dirigidos a componentes del núcleo de nuestras células… Así es que no necesariamente la prueba sola te va a indicar la presencia de una condición autoinmune”, explicó la especialista.

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Limitaciones y falsos positivos: un contexto clínico esencial

Uno de los mayores riesgos en el uso del ANA test es su interpretación fuera del contexto clínico adecuado. Según la literatura, entre un 15 % y 30 % de los niños sanos pueden tener un ANA positivo, al igual que adultos con enfermedades hepáticas, infecciones crónicas (como tuberculosis o VIH) o uso prolongado de ciertos fármacos.

En un escenario agudo, el valor predictivo positivo del ANA para cualquier condición reumatológica ronda apenas el 15 %, lo que subraya la necesidad de un razonamiento clínico integral. Por ello, los especialistas insisten en que una prueba aislada nunca sustituye la valoración médica ni el juicio diagnóstico.

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Evaluación complementaria: FR, inmunoglobulinas y LAC

En el abordaje inmunológico, el Factor Reumatoideo (FR) y los niveles de complementos C3 y C4 aportan información adicional.
El FR, un anticuerpo dirigido contra la porción Fc de la IgG, es positivo en 60 % a 80 % de los pacientes adultos con artritis reumatoidea, aunque puede aparecer en otras patologías autoinmunes e infecciones crónicas. En pediatría, solo entre 5 % y 7 % de los casos de artritis juvenil idiopática presentan FR positivo, y su valor es más pronóstico que diagnóstico.

Por su parte, los niveles bajos de C3 y C4 pueden indicar actividad inmunológica elevada, como ocurre en el lupus activo. Del mismo modo, las inmunoglobulinas elevadas (especialmente IgG) suelen asociarse a un peor pronóstico en cuadros autoinmunes.

Finalmente, el anticoagulante lúpico (LAC) merece atención especial. Aunque su presencia prolonga el PTT in vitro, en realidad aumenta el riesgo de trombosis in vivo, por daño endotelial y activación plaquetaria. Su identificación es fundamental en pacientes con sospecha de síndrome antifosfolípido o antecedentes de trombosis inexplicada.

Una visión prudente y educativa

El mensaje de la Dra. Santiago es claro: la prueba ANA no debe solicitarse de manera indiscriminada. Su utilidad radica en complementar la evaluación clínica y orientar estudios más específicos.

“El laboratorio puede decirte si hay anticuerpos, pero es el clínico quien debe determinar si eso tiene relevancia patológica”, subraya la reumatóloga.

De acuerdo con la doctora, en una era donde las pruebas inmunológicas son cada vez más accesibles, la interpretación responsable sigue siendo el verdadero valor añadido del especialista.

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