Por Giselle Cordero-Arroyo, PhD
La enfermedad celíaca (Celiac Disease en inglés) es una condición crónica y autoinmune que afecta a 1 de cada 100 personas en el mundo. Es provocada por la ingesta de gluten, proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno. En quienes la padecen, suele producir daños intestinales y dificultades en la absorción de nutrientes.
Entre los síntomas más comunes se encuentran fatiga, dolor abdominal, hinchazón y pérdida de peso. Actualmente se reconocen varias manifestaciones de la celiaquía: clásica, subclínica, silente, potencial y refractaria. El diagnóstico incluye exámenes de sangre y biopsia intestinal (endoscopía).
Es importante aclarar que la celiaquía no es lo mismo que sensibilidad, intolerancia o alergia al gluten. Se trata de una enfermedad genética y crónica sin cura, que puede coexistir con otras condiciones autoinmunes y digestivas. El único tratamiento es una dieta libre de gluten. Incluso pequeñas cantidades o la contaminación cruzada pueden provocar síntomas y daño intestinal.
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El gran reto es que el gluten no solo está en panes, bizcochos o pastas, sino también en bebidas, salsas y otros productos preparados. Por ello, la alimentación sin gluten no es una moda, sino una necesidad que requiere educación, diagnóstico temprano y apoyo social. Además de la dieta, los pacientes pueden beneficiarse de un plan de alimentación diseñado por nutricionistas, así como del uso de enzimas y suplementos vitamínicos.
Celiaquía y funcionamiento psicológico
Más allá de lo biológico, vivir con enfermedad celíaca tiene un fuerte impacto emocional y cultural, especialmente en contextos como el Caribe, donde la comida es central en las celebraciones y la vida social.
Para las personas con celiaquía, evitar platos tradicionales, preocuparse por la contaminación cruzada o rechazar invitaciones por miedo a exponerse puede generar ansiedad, aislamiento, tristeza y desconexión.
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¿Qué dice la literatura?
Se han identificado síntomas psicológicos y cognitivos en personas con enfermedad celíaca. La celiaquía se ha relacionado con depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, trastorno del espectro autista, déficit de atención e hiperactividad, trastorno bipolar y esquizofrenia.
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Además, personas con esta condición han informado dificultades cognitivas tras la exposición al gluten, como problemas de concentración, toma de decisiones, olvidos y niebla mental (brain fog). Los estudios muestran diferencias en el funcionamiento cognitivo —velocidad de procesamiento, flexibilidad mental y funciones ejecutivas— en comparación con personas sin la condición.